Nadie sabe con certeza qué hay detrás del muro, que acaba con tantas vidas, se ha transformado en una locura colectiva, todos los que lo atraviesan desaparecen sin dejar rastro alguno.
Las malas lenguas no tardaron en culpar al diablo de tanta muerte, los ingenuos dicen que no pasa nada del otro mundo, solo se sabe que por el bien de todos se llegó a común acuerdo de no intentar atravesarlo más.
Yo estoy a cargo ahora de que nadie siquiera haga el intento de acercarse, el pueblo acordó reunir dinero y pagarme. Resulta que trabajo 20 horas frente al jodido muro observándolo detenidamente para que nadie intente atravesarlo, todo por unas míseras chauchas que no alcanzan a saciar mi hambre. No hago mal mi trabajo, pero algo pasa que las muertes no disminuyen, en las 4 horas restantes en las que no trabajo la gente parece no matarse de curiosa, sino porque realmente quieren hacerlo.
Se ha vuelto una moda, todos los que parecen disconformes con sí mismos desaparecen detrás del muro buscando un más allá mejorado al que tienen acá.
He llegado a pensar que detrás de este no tiene porque existir algo malo, del tiempo que llevo trabajando no he escuchado ruido que me llame la atención, ni un grito que asuste mi soledad, no quiero llegar a pensar que detrás hay algo mejor que acá, estoy tan aburrido del trabajo, que he pensando seriamente en atravesarlo.
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