Cobarde fui, al nunca bañarme de noche por lo frío que soy, por eso siempre me vi en la obligación de tener que calentarme cuerpo a cuerpo. Loco era todo el alboroto que juntos todos armabamos, la música bebía con nosotros y le gustaba quedar tirada como lo vasos en el suelo. Las ventanas se cerraban para evitar ronchas al día siguiente porque la picazon con el dolor de cabeza nunca fue la mejor mezcla.
Si esa casa hablara...
Las noches siempre fueron días con sol, los días eran noches acompañadas de luz natural. Todos tenemos lagrimas, risas contagiosas, peleas, folladas y ebriedades bien guardadas en ese lugar. Esa casa nos quiere, pero no más que nosotros.
Ahora la nostalgia me bajó por la nariz. Justo ahora me corre como agua de mis ojos. La verdad es que me gustaría estar en la orrilla de la piscina con un olla de tallarines con salsa.