Mi teclado está cansando. Me tomó la mano entera y ahora quiere mi brazo. Se cansó de ser tipeado de amorios imposibles, por eso me tiene así, con un tirón que me deja más loco de lo que soy.
Yo he intentado todas las formas para que me deje tranquilo, pero algo tiene, maldito teclado, siempre termino tocandolo. Le he llorado las teclas, se las he dejado con cenizas y cómo será que hasta lo he guardado en el closet para no tener que seguir viendo sus letras que me alocan y que me obligan a seguir tocandolo.
Alguna vez le confesé mi amor por él, por sus luces y por su capacidad de hacerme escribir lo que no puedo decir. Tengo certeza que un día drogado me habló y me dijo te amo. No lo recuerda, dice ser mi amigo y aún así me hace sufrir.