lunes, 11 de enero de 2010

Inevitable%


Saqué de alguna parte esa seguridad estúpida e ilusoria de saber lo que quiero y lo que no quiero conmigo. Me he trasformado en un ser egoísta, sin oídos y sin ganas tampoco de escuchar. Me siento dañino pero bien, sólo conmigo y con nadie más. Logré verme y sentirme a mí, pero perdí lo demás, eso que la gente suele poder entregarse en pareja. No hablamos de besos ni muchos menos de sexo, me refiero al cariño y a la atención, lo que yo sólo se decir mediante palabras simples porque nadie se ha dado las ganas de poder entenderme mientras me mira a los ojos.
Suelo decir que quedaré solo y maniaco en un departamento de dos por dos en pleno centro de Santiago, acompañado de la congestión, la contaminación acústica y del pésimo aire. Muchos me dicen que así no lograré encontrar a nadie .... yo a menudo respondo que prefiero mentirme a mí y dejar en paz al resto, que vivir un cuento perfecto escrito con lápiz mina, para llegar y borrarlo todo cuando me aburra.



Porque no es menos importante mencionar que todo me aburre muy rápido, excepto las palabras.





1 comentario:

nanétt dijo...

Nos parecemos: me aburro de todo, pero nunca de las palabras. Aunque sean solo "aire movido por los labios", para mí es el gran vacío por donde sale mi cuerpo a conversar. Además nos parecemos porque yo también me veo en Santiago Centro, pero en un departamento antiguo mirando las noches. Hay algo con la memoria en el Centro, algo que no quiere suceder, un poco como Valparaíso que siempre está a punto de caer a punto.